¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?
El cambio es una constante en la vida tanto personal como profesional, sin embargo, adaptarnos a él suele ser un desafío considerable. Déjame decirte que esta resistencia es totalmente normal y tiene raíces profundas en la neurobiología y la psicología humanas.
Nuestro cerebro está diseñado para buscar la homeostasis, es decir, mantener un estado de equilibrio y estabilidad en la persona. Esta tendencia se debe a que los hábitos y rutinas establecidas requieren menos energía cognitiva, permitiendo al cerebro operar de manera más rápida y eficiente.
Cuando intentamos cambiar, el cerebro lo percibe como una amenaza a su estabilidad, por eso genera una respuesta de estrés y resistencia.
La investigación neurocientífica nos enseña que el cerebro está programado para no cambiar, buscando la rutina y el automatismo con el objetivo de no correr riesgos. A su vez, también se ha demostrado que el cerebro tiene una impresionante capacidad de cambio a toda edad, que no siempre usamos.
Esta resistencia al cambio se relaciona con la economía cognitiva, un principio por el cual el cerebro siempre se inclina a realizar las cosas de la manera más «económica», fácil y rápida, buscando optimizar la energía y los recursos para otras actividades que requieren su funcionamiento.
Cambios deseados y cambios no deseados
Comprender por qué nos cuesta tanto cambiar puede ayudarnos a tomar la decisión de aprender estrategias para facilitar la adaptación. No lo olvides, cambiar es una decisión personal, si te resistes a ello se hará mucho más difícil.
Nuestro cerebro gestiona de forma algo distinta los cambios que decidimos implementar (dejar de fumar, hacer deporte o comer sano) y aquellos que nos son impuestos (nueva cultura empresarial, un cambio de estatus profesional o personal).
Si bien los cambios deseados activan el sistema de recompensa del cerebro (núcleo accumbens y dopamina) generando motivación y satisfacción a medida que vemos progreso, los cambios impuestos activan la amígdala y el sistema de respuesta al estrés, produciendo resistencia, ansiedad y miedo.
Por lo tanto, es imprescindible amigarse con el cambio y aceptarlo para que se nos haga más fácil.
“Lo que resistes, persiste. Lo que aceptas se transforma” C.C.Jung
Para esas situaciones en las que no puedes evitar el cambio, existen estrategias que te pueden ayudar a reducir la resistencia y facilitar la adaptación, para así reducir o evitar sufrimiento innecesario.
Algunos tips que pueden ayudarte a implementar el cambio cuando es obligatorio:
- Aceptar la falta de control: Reconocer que no podemos controlar todos los aspectos del cambio reduce el estrés y la resistencia. Aceptar la incertidumbre como parte natural de la vida nos permite enfocarnos en lo que sí podemos manejar.
- Salir de la zona de confort: Buscar proactivamente oportunidades para enfrentar situaciones nuevas y desafiantes fortalece la capacidad de adaptación. Al exponernos a lo desconocido, entrenamos al cerebro para manejar el cambio con mayor facilidad.
- Modificar rutinas diarias: Introducir pequeños cambios en nuestras rutinas diarias y realizar autoevaluaciones reflexivas entrenan la mente para adaptarse con mayor facilidad a circunstancias novedosas, permitiendo identificar y transformar patrones de pensamiento rígidos.
- Desarrollar una mentalidad abierta y flexible: Estar dispuesto a cuestionar creencias y métodos tradicionales, y aceptar que no hay una sola manera de hacer las cosas, facilita la adaptación al cambio. Una mentalidad abierta nos permite considerar nuevas soluciones y enfoques más eficientes.
- Buscar apoyo emocional: Compartir nuestras inquietudes con amigos, familiares o profesionales puede proporcionarnos perspectivas valiosas y aliviar la carga emocional asociada al cambio. El apoyo social es fundamental para navegar transiciones difíciles.
- Practicar la resiliencia: Desarrollar la capacidad de recuperarse de las adversidades nos ayuda a enfrentar el cambio con una actitud más positiva y proactiva. La resiliencia se fortalece a través de la auto-reflexión, el aprendizaje continuo y la adaptación.
Al implementar estas estrategias, podemos entrenar a nuestro cerebro para ser más adaptable, reduciendo la resistencia al cambio y mejorando nuestra capacidad para enfrentar nuevas situaciones.
La adaptación es una habilidad que se puede desarrollar. Si necesitas ayuda con ello, tanto a nivel individual como en equipos y organizaciones, estoy a tu disposición para acompañar este proceso con prácticas y ejercicios que permitan mayor flexibilidad y éxito.